Situación actual de los cuidados paliativos en el Ecuador
Cada año, aproximadamente 3,5 millones de latinoamericanos experimentan sufrimiento debido a alguna patología. Sin embargo, solo el 7,6% de ellos accede a cuidados paliativos, según refleja el “Atlas latinoamericano de cuidados paliativos (2020)”, desarrollado por la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos (ALCP). Los cuidados paliativos son toda asistencia activa y holística (como la prevención, identificación precoz, evaluación integral, control de problemas físicos, la contención del dolor, entre otras) a personas con sufrimiento debido a una enfermedad crónica, degenerativa o que están cerca del final de su vida; y, tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de los pacientes, sus familias y cuidadores.
“A pesar de que el acceso ha registrado un aumento de 6% en comparación con la edición anterior del Atlas, Latinoamérica sigue estando muy por debajo del 14%, que es la media mundial. La significativa disparidad de recursos disponibles y de marcos normativos en cada país de la región impiden atender a la cantidad de personas que demandan este tipo de atención”, señala la Dra. Patricia Bonilla, presidenta de la ALCP.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cuidados paliativos constituyen un derecho humano que debe ser garantizado a los pacientes para aliviar el sufrimiento físico, psicológico y espiritual ocasionado por enfermedades crónicas como cáncer, sida, diabetes, insuficiencia renal, esclerosis múltiple, anomalías congénitas, patologías hepáticas, respiratorias y cardiovasculares. Para la Dra. Viviana Araujo, presidenta de la Asociación Ecuatoriana de Cuidados Paliativos (Asecup), estas enfermedades implican un complejo proceso de adaptación biológica, psicológica y social para quienes las padecen y sus familias, por su alta capacidad de afectación funcional y su alto impacto psicológico y emocional concomitante. Por ello, la necesidad de un acompañamiento individualizado, con humanismo y calidez, enmarcado en un sistema de salud que pueda cubrir de manera integral sus necesidades es un desafío tanto en Ecuador como en todos los países de la región.
De los 17 países analizados en el informe, Uruguay, Chile, Costa Rica, Brasil y Argentina se encuentran en el rango alto, gracias a que tienen un mayor desarrollo de los cuidados paliativos en relación con la región. Una de las variables que destaca en ellos, así como en Colombia, México y Perú, es la existencia de un entorno político y estructural favorable para la administración de los servicios. En Ecuador, Araujo sostiene que los cuidados paliativos comienzan a visibilizarse desde 2011 mediante la puesta en rigor del Plan Nacional de Cuidados Paliativos 2015-2017. Este instrumento, sustentado por la Constitución del Acuerdo, la Ley Orgánica de Salud y otras, instó a su instauración en el Sistema Nacional de Salud a través de la creación del servicio y mejora de su accesibilidad. “Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos realizados hasta el momento, aún existen grandes brechas sin resolver como la ausencia de distribución de recursos económicos exclusivos, falta de recursos humanos para cubrir las necesidades nacionales, ausencia de infraestructura apropiada, insuficiente accesibilidad y distribución de opioides en el Sistema Nacional de Salud, entre otros”, sostiene.
Con respecto a la educación, esta sigue siendo un tema que demanda mayor atención, pues si bien Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay y Venezuela reconocen los cuidados paliativos como especialidad médica, solo el 17.1% de las facultades de medicina lo incluye como asignatura independiente de pregrado. Viviana Araujo opina que en Ecuador, a pesar de que la Corte Constitucional ha analizado varios casos de pacientes con enfermedades catastróficas que han enjuiciado al Estado por falta de medicamentos, y que una de sus sentencias obligó al Ministerio de Salud Pública (MSP) a instituir servicios de cuidados paliativos y su difusión en programas universitarios de pregrado y posgrado, esto puede ser “El punto de partida sobre el cual se espera que todos los actores de Gobierno, academia, pacientes, sociedad civil, entre otros se sumen esfuerzos con el fin de disminuir la brechas que existen hasta el momento (…)”.