La automedicación puede perjudicar la salud de pacientes con dolor crónico

En Latinoamérica, la automedicación para aliviar el dolor es una práctica común a la que recurre entre el 42% y el 80% de la población. En Ecuador, la situación es similar: entre el 54,4% y el 82,9% de las personas se automedican. El Dr. João García, presidente de la Federación Latinoamericana de Asociaciones para el Estudio del Dolor (FEDELAT), indica que se ha convertido en un problema de salud pública, ya que su práctica es cada vez más frecuente. Esto responde a diversas razones, como la falta de acceso a atención médica, al desconocimiento del dolor crónico como una enfermedad en sí misma, la desinformación respecto a cuándo es oportuno acudir al médico, a la confianza en recomendaciones de familiares, conocidos e información consultada en internet, así como a la disponibilidad de medicamentos que pueden adquirirse sin receta médica.
Este es el caso de los antiinflamatorios no esteroideos (AINES). Un 26,9% de personas en Ecuador los adquieren sin prescripción médica, siendo esta una opción para aliviar el dolor. Al respecto, el Dr. César Mariscal, médico clínico, internista explica que esta decisión no es recomendable para un diagnóstico oportuno de los pacientes con dolor crónico. Entre los riesgos que supone la automedicación no controlada con AINES para aliviar el dolor el especialista resalta:
– Retraso o dificultades para realizar un diagnóstico adecuado. El uso indiscriminado de estos medicamentos puede ocultar tanto la intensidad del dolor como las enfermedades de base que lo ocasionan, y demorar la atención oportuna.
– Cronificación del dolor. La administración de dosis indebidas puede comprometer la eficacia del tratamiento para el dolor de los pacientes, incrementar su intensidad y prolongar el padecimiento por meses, años o para toda la vida; lo cual podría provocar daños irreversibles y afectar la calidad de vida del paciente.
– Daños a la salud. El uso recurrente y/o en altas dosis, sin supervisión médica, provoca que las sustancias se acumulen en el organismo, y causen algunas complicaciones como sangrado gastrointestinal, falla renal, daño hepático o problemas cardiovasculares, especialmente entre pacientes de edad avanzada o con patologías preexistentes.
– Aparición de reacciones leves como erupciones cutáneas, dolor abdominal, vómito o taquicardia.
“A pesar de que en Ecuador la automedicación es una práctica muy común, sea por un tema cultural o económico, esta situación se puede resolver desde la educación e información a la población. Se debe promover el uso responsable de los medicamentos y advertir sobre los riesgos que la automedicación genera”, afirma Mariscal y añade que limitar las prescripciones y venta libre, así como mejorar el acceso a los sistemas de salud son grandes desafíos que se deben superar.
Ambos especialistas coinciden en que el dolor crónico es una enfermedad en sí misma y debe ser tratada como tal por el impacto que genera en la población. “No solo afecta a los pacientes de manera física, sino también impacta el estado emocional, la productividad y a su entorno, disminuyendo su calidad de vida. De allí, la importancia de implementar programas para la formación sobre dolor crónico en el personal de salud, ya que son los responsables de la prescripción, así como de la promoción del uso adecuado de los medicamentos”, concluye Mariscal.